En
aquella casa las personas les preguntaban a las cosas que deseaban. A la señora
plancha, por ejemplo, si estaba de acuerdo con ser encendida; al fregadero, si
se sentía cómodo con los trastos de la mañana; al televisor, si quería descansar
un poco de las noticias, o a la lavadora, si no le producía tos tanta espuma. En
fin, que las cosas ocupaban literalmente, un lugar privilegiado. Así el mundo,
era de esperarse que los libros también contaran, y fuera a ellos a quienes se
les preguntara si preferían éste o aquel lector. Voluptuosos, como siempre,
cambiaban con frecuencia de parecer y a gritos de errata histérica pedían horrorizados
que les quitan las manos de encima los torpes lectores que ellos mismos habían elegido.
En verdad que eran libros difíciles de comprender…
Sánchez, Ada Aurora (2014) Los libros en su casa. En Todo libro es una liebre. México:
Puertabierta Editores. Pp. 67.
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