Los hombres y las mujeres se encuentran realmente
desnudos cuando tienen hambre.
Del plato a la sopa suelen desdibujarse muchos sabores
deliciosos.
Los aromas y sabores de la infancia nutren los
momentos de nostalgia apresurada.
La comida es una ceremonia que desborda los espacios
placenteros e invade los dominios del arte.
La sobremesa es el espacio idóneo para la creatividad
y la expresión de lo mejor de nosotros mismos.
¿Cuántas veces un “caballito de tequila” desbocó el
ingenio y provocó la sabia conversación de los comensales?
Trabajar para comer fue la sentencia. Comer para
disfrutar, fue el mandato.
Hay que condimentar la vida, el alimento más suculento
de todos.
El ayuno es bueno porque ayuda a despertar el apetito.
El pozole colimense debería contar con un certificado
de origen, junto con la paella valenciana, el gazpacho andaluz y la fabada
australiana.
México desaparecerá de la faz de la tierra cuando el
maíz, la tortilla y el pozole hayan sido olvidados por quienes todavía se
llamen mexicanos.
No se trata solo de matar el hambre, también hay que
disfrutar la vida.
La comida es un sacramento que alivia y reconforta.
Blanco Figueroa, Francisco. (2006) Elogios a Colima. México: Universidad de Colima.
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