Los caminos del Jordán (segunda parte)


IX
Porque soy pecador arrepentido
a tu blanco sudario yo me acojo;
grave falta, Señor, he cometido,
y me duele mi cuerpo, vil despojo

que llega a tu presencia inmaculada,
y de hinojos pedirte me perdones
antes de tener mi alma condenada.
En la futura fiesta de los dones,

un lugar especial, Señor te pido
para poder gozar el bien ganado:
lúdica luz de bien escarnecido,

fuente de eternidad, cresta de ola;
mas si no puedo estar a tu lado
polvo seré, estrella sola.


X
Nuevamente, Señor, estoy despierto,
arrojado del mundo de mi sueño,
y es que eres, mi Dios, de mi vida dueño,
que vengo con el corazón abierto.

Llévame a la fonda de tu huerto,
allí meditaré con mucho empeño,
libre de tristeza, feliz ensueño,
mi vida no será ya nudo incierto.

Déjame entonces, Dios, mirar de frente
aquella intensa luz que es tu mirada;
déjame beber agua de tu fuente.

Quiero habitar la dulce estrella
que eres tú, mi Señor, en la alborada
entre trinos y grillos sin querella.


XI
Al filo de la luz
incierta
mi corazón se agita
en desmesura.
Con qué cuidado el saúz
despierta
entre el gozo de la flor marchita,
con que premura
la alondra se avecina
cuando viene Dios en la espesura.


XII
Tu corazón ardiente
que pende de un árbol negro;
Tu corazón ardiente
que no admite revelo.


XIII
Una astilla de tu cruz
clavada está en tu costado,
una astilla de tu luz
que busca un cordero extraviado.


XIV
Entre la fatiga y el sueño
miro a mi bien amado,
entre la fatiga y el sueño
esta Jesús crucificado.


XV
Llagas moradas de Cristo
abiertas en el Calvario,
azucenas y rosales
riegan su aroma en el monte.


Rodríguez, Efrén. (1998) Los caminos del Jordán. México: Praxis. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario